7 días de crucero por el Mediterráneo en el MSC Seashore
Iniciamos unas nuevas vacaciones y ¡nos vamos de crucero! Por lo que comentamos con este diario de a bordo de 7 días por el Mediterráneo en el magnífico e impresionante MSC Seashore. Este viaje es un poco diferente, porque es la primera vez que vamos con un niño. Concretamente con un bebé de 1 año.
1º día – Valencia – Inicio del viaje
Traslado
Lo primero que tenemos que hacer es llegar desde Madrid hasta Valencia en AVE.
El viaje en AVE hasta la estación de Sorolla en Valencia es muy cómodo incluso para el bebé, dura poco menos de 2 horas y nos deja en el centro de la ciudad.
Lo complicado de este viaje es llegar en taxi a la terminal de puerto con un bebé. Las aplicaciones de móvil para reservar taxi no permiten elegir que tenga sillita de bebé salvo en Uber. Por lo que pasamos al plan B: preguntar a los taxistas de la parada de taxis. Por suerte uno de ellos tenía sillita y maletero suficiente para todo nuestro equipaje. Ya podremos respirar tranquilos cuando nos deje en la terminal de cruceros.
Acceso
Nos quedamos en la cafetería tomando algo hasta que nos toca embarcar. Lo primero es dejar las maletas identificadas con las etiquetas del crucero en la zona de checking. Posteriormente en la zona de seguridad proceden a revisar pasaportes y maletas de mano, después en la siguiente zona nos imprimen las tarjetas del crucero para empezar a disfrutar de los 7 días por el Mediterráneo en el barco Seashore de la naviera MSC.
La mejor sensación del día es acercarte al barco y estar a los pies de semejante barcaza. Toca embarcar y aunque las maletas llegarán más tarde directamente a nuestro camarote, ya podemos entrar en la habitación a dejar el equipaje de mano y a orinar. Ahora sí que sí empiezan las vacaciones. Un total de 7 días a bordo del crucero de MSC por el mar Mediterráneo sin preocuparnos de coches ni hoteles ni nada.
En el barco
Este crucero de 7 días por el Mediterráneo es un algo distinto a nuestra experiencia anterior donde Barcelona era el inicio del viaje para todos y mientras que en el MSC Seashore tiene embarque en todos los puntos de parada. Esto genera que no haya tantos pasajeros nuevos como para hacer una reunión de funcionamiento del barco, cosa que echamos un poco en falta.
Subimos directos de la habitación al buffet y vemos que es enorme. Hay mucha variedad sobre todo de comida internacional, variedad de frutas y un gran surtido de postres. Hay una zona de refrescos autoservicio y si quieres otro tipo de bebidas te tienes que acercar a los mostradores con camareros en zona de barra.
Lo mejor son las vistas de la playa de la Malvarrosa que hay desde el buffet y la parte más difícil es pedir la comida del nene, Adrián, nuestro hijo. Ya que necesitamos puré para comer y hay que pedírselo al personal directamente.
A las 16 el barco zarpa y nos alejamos del puerto de Valencia para iniciar nuestro itinerario. Hoy vamos rumbo a Marsella. Una hora más tarde toca la charla informativa obligatoria de salvamento donde se explica cómo proceder en caso de emergencia. Y después aprovechamos para dormir un rato recargando pilas antes de empezar la noche.
Antes de cena, lo primero es el espectáculo diario, esto es así porque tenemos el segundo turno de cena y el primero de espectáculos. Hoy toca un espectáculo basado en la naturaleza bastante interesante. Después ,en el ratito libre antes de la cena, nos vamos a dar una vuelta por el barco para conocerlo un poco y saber dónde se encuentran los puntos que más nos interesan, excursiones , tienda de souvenirs y bares. Hay muchas cosas que visitar en este barco tan grande, la verdad, y tendremos que seguir investigando otros días.
Dentro del restaurante nos dan el menú y el infantil para que elijamos. Hay comida especial del día y algunos platos fijos para todos los días, y lo bueno es que puedes pedir todos los que quieras. El servicio de cena siempre se alarga un poco más cuando acudimos al restaurante. Primero porque siempre se tarda un poco más si te tienen que traer las cosas, pero también porque es posible que te pongas a hablar con los compañeros de mesa y te entretengas un poco más haciendo amistades, como fue nuestro caso.
Así que a las 12 nos vamos a dormir que hoy nos lo hemos ganado.
2º día – Marsella
Este es el primer día completo en el barco y llegamos a puerto después de desayunar tranquilamente. Así que subimos a la cubierta para hacer tiempo y sobre las 12 salir del barco y ver Marsella.
Hemos visto por internet que hay un servicio gratuito del puerto que te lleva hasta la ciudad e ingenuos nosotros, pensamos que será una buena opción. Al llegar nos llevamos la sorpresa de que ese autobús pasa cada 20 minutos. No está mal, pero hay tanta gente en la parada (como para 2-3 autobuses) que la subida al autobús es una batalla campal.
El trayecto son 10 minutos y vamos todos apretadísimos haciendo un sobreesfuerzo para no caernos unos encima de otros por las curvas y rotondas del recorrido. Si volvemos a Marsella, desde luego no volveremos a usar este autobús porque desde luego es un estrés que nos durará el día entero.
Al llegar a la ciudad utilizamos el tranvía para terminar de acercarnos a la famosa calle Cannebière, tras visitar la oficina de información y turismo decidimos tomar un trenecito turístico para ver los puntos principales.
El tren salía del puerto viejo y recorría algunos puntos importantes de Marsella hasta subir a la basílica que se ve en lo alto de la colina. Si quieres tener la mejor perspectiva de la ciudad, desde luego recomendamos subir a la basílica. Desde ahí tienes una vista 360 de la ciudad y su costa.
A la vuelta nos dio tiempo de acercarnos a ver el puerto viejo más de cerca. Además en esta parte se ven pescadores arreglando sus barcos, lo que le da un toque especial a la ciudad. Otros barcos de pesca o de pequeña carga van entrando y saliendo todo el tiempo del puerto. Marsella es una ciudad bastante congestionada pero que todavía conserva parte de su encanto marinero.
En realidad una vez en la ciudad, nos damos cuenta, de que para poder ver todo lo que tiene Marsella, teníamos que haber utilizado el shuttle del crucero o un taxi. Con la odisea del bus lamentablemente no nos da tiempo a acercarnos a otros puntos de la ciudad alejados de esta zona. Así que retomamos el camino de vuelta al barco y como última visita pasamos por la catedral.
El niño sí ha hecho la comida durante la excursión, pero nosotros llegamos muertos de hambre, porque con tan poco tiempo no hemos comido más que un pequeño picoteo de camino. Así que al llegar subimos a aprovechar lo que queda del buffet.
Después de comer pasamos a arreglarnos para la cena y llegamos a tiempo a ver el espectáculo del día, que es sobre Italia. Hoy el barco también sale pronto y fuimos a conocer la zona final del barco donde se podía ver Marsella a lo lejos y la estela del barco. Para ello nos acercamos a la zona del infinity bar para ver su piscina infinita que se encuentra en la parte trasera del barco y subimos a andar por la zona de la pasarela de suelo acristalado que se encuentra 12 pisos por encima de la piscina infinita. Es una de las zonas del barco que más nos gusta.
Después cenita y a dormir, que aunque no lo parezca ha sido un día muy duro y de mucho estrés.
3º día – Génova.
Toca madrugar ya que la llegada a puerto es sobre las 9 por lo que aprovechamos para desayunar pronto y salir en cuanto nos dejen, que es un poco antes de las 9.
En este caso, la terminal de cruceros está en el centro de la ciudad y hay que andar poco hasta llegar al centro por lo que con un paseito de 20 minutos se llega a la zona principal de la ciudad.
Nosotros no hemos reservado ninguna excursión y paseamos por Génova tranquilamente. Además, para nuestra tranquilidad, justo en la puerta del Puerto se encuentra una oficina de información y turismo abierta. Ahí se consiguen los mapas y te explican los recorridos que hay planificados por la ciudad, por lo que es una visita bastante cómoda.
Todos los caminos marcados en los mapas pasan por la zona del puerto viejo donde podrás ver un submarino del ejército y una réplica de un Galeón español. Esta ciudad tiene mucha tradición marinera, y es que Génova es la ciudad de origen de Cristóbal Colón.
Génova está llena de pequeños palacios que se fueron construyendo los habitantes de la ciudad, por ello cada una de sus calles alberga muchos edificios con fachadas muy trabajadas. También podrás ver torres entre los edificios o incluso formando parte de ellos, y alguna que otra virgen presidiendo y guardando algunas zonas. Al final podemos pasear por la zona del casco histórico llena de calles estrechitas y con el típico encanto italiano mientras llegamos a zonas más amplias como la plaza Ferrari y sus alrededores.
Una visita que nos ha llamado la atención es la Catedral. Tiene una fachada con líneas sobrias y bastante rectas que para nada te hace imaginar todo el detalle y las muchas obras de arte que tiene en su interior. Además podrás subir a la torre o ver el tesoro.
Algo que nos gusta hacer siempre que el reloj nos lo permite es probar alguna cafetería o restaurante. En Génova aprovechamos para tomar un café expreso y la típica focaccia genovesa de desayuno. Aunque encontramos cantidad de «panaderías» con focaccias con super buena pinta. Yo me hubiera comido todas
De vuelta al barco vamos caminando por la calle Garibaldi. En ella se encuentran los palacios más famosos. Todos ellos convertidos a día de hoy en museos.
Finalmente hemos vuelto al barco bastante antes de que salgamos de puerto. Por ello hemos podido aprovechar el buffet con más tranquilidad y luego hemos probado la piscina infinita del final del barco para refrescarnos un poco desde donde se veía una panorámica de toda la ciudad.
A las 17 ha salido el crucero y hemos podido ver Génova desde otra perspectiva. Después de la salida tenemos tiempo suficiente para ir a arreglarnos e ir a ver el espectáculo antes de cenar.
4º día – Civitavecchia
Hoy toca disfrutar del barco, pero también da tiempo de dar una vuelta por la ciudad. Y es que la parada en Civitavecchia es la más larga de todo el recorrido. Este es el día en el que el 95% de los pasajeros contratan excusión para conocer Roma o se acercan a por su cuenta para disfrutarla si ya la conocen.
Y para los que no nos vamos a acercar a Roma, lo mejor de esta parada es que el puerto de Civitavecchia tiene un servicio de movilidad gratuito y encontrarás marquesinas para esperarlo cerca del barco. ¡¡¡Por fin tenemos traslados desde el barco!!! La otra vez que vinimos tuvimos que pagar por este servicio pero ahora en 2023 es gratis.
No es la primera vez que paramos aquí y este punto es más para dar un paseo tranquilo, tomar un café o un helado y volver a disfrutar del barco. Vamos que en unas 4 horas volvimos de ver Civitavecchia.
Nosotros aprovechamos además para hacer alguna compra como quesos o pasta para llevarnos a casa. Ya que al no volver en avión podemos cargar con lo que queramos.
Además como ahora también hay un autobús gratuito desde la zona de fuerte hasta la entrada del puerto fuimos hacia el final de la playa dando un paseo para ver algunas cositas que hay por esa allí. Y a la vuelta hacer toda la parte del puerto antiguo en autobús.
Una vez en el barco aprovechamos para descansar, que para eso también son las vacaciones. Y hemos pasado un rato entretenido en el sport bar viendo el gran premio de F1 de Mónaco. Recordando la parada que hicimos en Mónaco en el anterior crucero y lo bien que lo pasamos recorriendo el trazado del circuito.
Luego tocaba estar un poco en la piscina interior y el jacuzzi aprovechando que casi estamos solos. Y después ya hay que ponerse guapo para la noche en blanco que empieza con el espectáculo de acrobacias llamado Zero gravedad que nos impresionó.
5º día – Palermo
La hora de salida del barco para hoy son las 10 de la mañana por lo que hemos podido desayunar con calma antes de empezar a visitar la ciudad.
La salida del puerto de Palermo es como la de Nápoles. De hecho la ciudad nos recuerda mucho a la parada que hicimos en Nápoles hace unos años. El barco atraca casi en las calles de la ciudad y encontramos un gran número de personas ofreciendo Tours o paseos en calesa o tren turístico cada 5 pasos.
Nosotros optamos por visitar Palermo de manera independiente. De modo que lo primero es andar hasta la oficina de información turística, que está a 5 minutos andando y ahí nos indican todo lo que hay que ver y dónde queda el centro histórico.
Después de las explicaciones nos disponemos a recorrer la zona turística andado ya que todo está más o menos cerca. Puede verse tranquilamente e incluso te da tiempo a comer por la zona si quieres probar alguno de los platos típicos.
Entre las calles que hay que recorrer entramos en un par de mercados que nos indican en la oficina de turismo. No son mercados al uso como podemos encontrar en España. Son un par de calles donde a lo largo de ellas encontrarás diferentes puestos en la calle en los que encontrarás sobre todo comida. O bien para comprar y hacer en casa o bien, para que te sientes en alguna de las mesitas que tienen y comas allí o para llevar y sigas el camino con las pilas cargadas.
Al primer mercado la verdad es que llegamos muy pronto, por lo que en este caso no hemos probado nada de los puestos. Pero no será por ganas de comernos un arancini. Se tratan de unas croqueta hechas con arroz y alguna variedad de rellenos con el tamaño y forma de una naranja, de ahí su nombre.
Después del paseo por el mercado llegamos a la zona de la catedral de la que hay que destacar el exterior y que es una obra de arte. Posteriormente llegamos al palacio real, que por cierto se puede visitar aunque con el niño no lo hicimos porque todavía es pequeño para estar tanto tiempo de visitar en un museo.
Después de este agradable paseo nos acercamos al otro mercado de la ciudad, pero en realidad no lo recomendamos para nada. Es como el otro, pero con las calles mucho más estrechas. Y a esto hay que sumarle que a nosotros en este punto nos empezaron a perseguir con bicis hasta que salimos a la calle principal y llegamos a plaza de los 4 puntos. Así que es una zona que si se puede evitar mejor.
La plaza central de la zona histórica además es el punto de corte de las dos calles principales de la zona y es una verdadera maravilla. Cada una de las fachadas está llena de detalles.
En este punto aprovechamos para descansar un poco y tomarnos un helado de canoli siciliano. Ya después tras relajarnos de ese momento tan tenso que hemos vivido decidimos empezar el camino de vuelta al barco y no comer en Palermo.
Así que volvemos pronto al barco, comemos algo en el buffet y probamos los jacuzzis de la cubierta. Después de eso como siempre, al camarote a arreglarse y a ver el espectáculo antes de cenar.
Hoy es el día íntegro dedicado a conocer el barco en profundidad. El día de navegación es como si fueran las vacaciones de las vacaciones y por fin podemos ir con calma. Nos bajamos al restaurante a desayunar como señores sin prisas y para que nos den las cosas hechas en vez de estar corriendo por el buffet buscando platos.
Después decidimos dar una vuelta por el barco para conocerlo un poco más. Por la mañana vamos al área de las máquinas recreativas y la zona de los niños. Es más, aprovechamos para que Adrián esté un rato jugando en el área de bebés con muchos juguetes y otros niños. Que él también tiene que aprovechar el barco.
No es que haga un día espectácular, pero a ratos hace solecico, por lo que subimos un rato a la terraza de la cubierta superior a tomar algo. Mientras, vemos a muchos pasajeros haciendo las actividades que prepara el barco y bañándose en la piscina (aunque para esto hacía algo de frío) o tomando el sol.
Pero este día da para mucho. Y es que en mitad del día un pasajero tiene una emergencia sanitaria y tienen que venir en helicóptero para recogerlo y llevárselo a Cerdeña, que era el puerto más cercano. Nunca habíamos vivido ninguna circunstancia similar y nos deja muy clara la importancia de tener un seguro médico contratado a bordo.
Por la tarde nos dedicamos un rato en la piscina cubierta y luego a jugar un poco al pinball. Y es que hemos descubierto al lado del sport bar una sala pequeña con un pinball en perfecto estado tematizado de Led Zeppelin y un billar en la que no suele haber nadie. Un ratito ahí el día de navegación es como un regalo.
Después vamos a recorrer algunas zonas más del barco, como el cabaret o el puente transparente que se encuentra en la parte trasera del barco en la cubierta 18. Es desde donde se ve tanto la estela del barco como bajo tus pies la infinity pool. Y de ahí a empezar el ritual de cada día: arreglarnos para bajar a ver el espectáculo antes de cenar.
7º día – Ibiza
Después del día de navegación por el Mediterráneo la llegada del crucero a Ibiza es más que esperada aunque ya estemos en el día 7 a bordo del MSC. Las puertas del barco se abren sobre las 10 por lo que nos da tiempo a desayunar y preparar el día.
Dentro de lo que se puede hacer en Ibiza hay diferentes opciones. Se puede hacer turismo, se puede ir a descansar en alguna playa o bailar a alguna discoteca o incluso se puede ir a Formentera. Nosotros decidimos hacer turismo por Ibiza.
Para salir del barco hasta la zona de la ciudad utilizamos un barco taxi cuya parada está en la terminal de cruceros andando 5-10 minutos desde el barco.
Desde que nos bajamos del barco notamos que la isla es uno de los destinos más turísticos e internacionales de las Baleares y es que tienen todo super bien cuidado. Es un gustazo llegar a Ibiza y despedirnos así del viaje.
Nosotros nos vamos a quedar haciendo turismo y visitando la zona del puerto hasta después de comer y luego volvemos al barco ya que con el niño es mejor no estar todo el tiempo a pleno sol. Además todavía nos quedan cosas que hacer en el barco.
La zona cercana al puerto está llena de callecitas pequeñas con tiendas de souvenirs y moda ibicenca, y muchos restaurantes. A unas calles de distancia está la zona más urbana donde entramos en la oficina de información y turismo. Y subiendo se encuentra la zona fortificada que también vamos a visitar. Vamos, todo sin tener que desplazarse.
Es muy curioso que para entrar en la zona de la fortaleza, Dalt Vila, tengamos que pasar por la entrada principal con su puente colgante y todo. Y en su interior se puede ver una gran armonía entre las callecitas empedradas, las casas blancas, las flores de las fachadas y los comercios. Muy cuqui todo la verdad.
Una vez dentro nos acercamos al baluarte de Santa Lucía que tiene unas buenas vistas de Ibiza ciudad, el puerto y el crucero e incluso se puede ver Formentera y todos los barcos y veleros que están disfrutando del día.
Los precios de todo en la isla son un poco más elevados incluso que en Madrid. Por este motivo y al tener ya la comida incluida en el barco decidimos buscar algún sitio menos turístico para comer. Pudimos encontrar un pequeño restaurante, Can Costa, que la gente recomendaba y que cubrió nuestras necesidades.
Cuando acabamos el paseo nos volvimos al barco cogiendo nuestro city boat de vuelta y aprovechamos la tarde de calorcito para probar los toboganes del parque acuático. Y fue la mejor idea, ya que la mayor parte de los cruceristas estaban de excursión o en alguna de las playas tostándose al sol, y el barco estaba medio vacío.
Probar los toboganes es algo que me alegro mucho de haber hecho. Es cierto que esto es un barco y que tampoco puedes esperar que sea un parque acuático pero está bastante entretenido para niños y gracioso para adultos.
Este día nos dio tiempo de arreglarnos con calma para la última cena y pudimos disfrutar de la puesta de sol desde el barco con la isla de escenario principal. Así que no se puede pedir mucho más a esta parada.
Por último, y como broche final del día, fuimos al espectáculo de la noche. Hoy dedicado a Picasso y a España. Y tenemos que decir que es uno de los que más nos ha gustado. El arte del pintor y flamenco unidos para dejar un buen sabor de boca para todos los pasajeros que no son españoles y, por qué no, para los nacionales también.
Ya sólo nos queda terminar de hacer las maletas, despedirnos de los camareros y los compañeros de mesa del restaurante y decir adiós a este crucero MSC que ha sido nuestra casa durante 7 días mientras visitamos todas estas ciudades del Mediterráneo.
8º día – Valencia – fin de viaje
El despertar de este día es un poco triste. Ya no tenemos nada en la habitación salvo el equipaje de mano. Todo recuerda que es el momento de terminar este crucero por el Mediterráneo durante 7 días en MSC.
Pero… todavía nos queda por hacer el último desayuno en el buffet antes de acercarnos a nuestra zona de desembarque para empezar el camino de vuelta a casa.
Cuando llega nuestro turno nos disponemos a abandonar el barco pasando por última vez por el control y nada más bajar del crucero nos encontramos con la colección de maletas de todos los pasajeros que acaban hoy donde tenemos que buscar las nuestras.
Traslado
Desde ese mismo punto montamos en un taxi y ponemos rumbo a Valencia. Aunque hemos de decir que los taxis del puerto no suelen tener sillas y nos toca ir con el niño en brazos. (Lo que es ilegal, inseguro y tiene multa para el pasajero, no para el taxista).
Pero antes de llegar al AVE, tenemos tiempo de sobra y hacemos una última parada para poner un mejor final a este viaje que rebuscar tristemente unas maletas. Nos acercamos a nuestra churrería favorita de la ciudad a tomarnos unos buñuelos de calabaza con un chocolate a la taza.
Si tuvieramos más tiempo dejábamos las maletas en la consigna de la estación y dábamos una vuelta por Valencia, pero esta vez nos vamos de la chocolatería andando a la estación del tren, solo hay 15 minutos por lo que es una parada cómoda. Y una vez en la estación de Joaquín Sorolla ya sí, podemos dar por finalizadas nuestras vacaciones.
Aún nos queda llegar a Madrid y deshacer maletas, pero eso ya forma parte de la vida normal.
Conclusión
Sin duda este crucero de 7 días por el Mediterráneo con MSC ha sido un excelente viaje. Recomendable incluso si vas en familia. Si vas con niños tienen de todo para no aburrirse. Y para los que empiezan como cruceristas es sin duda una muy buena experiencia.